miércoles, 24 de septiembre de 2014

Escritura digital móvil

Veíamos en la entrada anterior, Escritura dibujada, escritura tecleada y escritura dictada, cómo el avance de la tecla es imparable y está por todas partes.

Las teclas de los ordenadores se organizan en teclados físicos de más de cien botones, con las letras, números y otros signos y símbolos a la distancia de una pulsación de alguno de los diez dedos. Predomina el modelo QWERTY, que recibe el nombre de la ordenación de sus caracteres, que en la versión española incluye 27 letras, con la eñe junto a la ele y bajo la pé, a mano derecha.

Teclado físico QWERTY en español

Los que han aprendido mecanografía a ciegas son capaces de escribir mirando a la pantalla y no al teclado, pero los demás tenemos que fijarnos alternativamente en un sitio y en otro, para teclear, leer lo escrito, corregir si es necesario y seguir tecleando. Así era, y sigue siendo, la escritura digital tecleada para la mayoría de los mortales.

Y en esto llegó la escritura móvil. En propiedad, se debe decir escritura digital móvil, porque los teclados, que ya eran electrónicos y digitales, pero no móviles, echaron a andar y a desplazarse con la persona en vez de obligarla a sentarse delante de donde estuviera conectado el ordenador del que dependía. Ahora llevamos los teclados siempre con nosotros, incrustados en el teléfono móvil o la tableta, para escribir en cualquier momento y lugar.

¿Y qué diferencia hay con los tiempos antiguos de escritura móvil, cuando los abuelos y los padres éramos jóvenes, y llevábamos siempre con nosotros el lápiz o el bolígrafo y una libretita para anotar nuestras cosas? ¿No era móvil también?

Oh, sí, lo era; precisamente estamos intentando recuperar esa movilidad, porque los ordenadores nunca la han tenido de verdad. Sus contenidos fluyen que es una maravilla, pero ellos mismos no lo hacen, son unos pesados, unos trastos. Hasta los portátiles no hay quien los transporte.

Pero parece que estamos consiguiendo una movilidad verdadera con los nuevos terminales ligeros, que se pueden utilizar esencialmente con una mano, como los telefonillos (telefoninos dicen los italianos), o con las dos, como las tabletas. Las últimas generaciones de dispositivos cuentan con pantallas capacitivas, que se utilizan sin teclas físicas, tocando con los dedos suavemente (para aplicar la diferencia de carga eléctrica de la piel) y de manera directa en las pantallas. La inmensa mayor parte además utiliza teclados virtuales que se abren en la pantalla, sin teclas físicas que apretar, pero con teclas virtuales para pulsar.

Y lo cierto es que la gente lleva los terminales en el bolsillo o en el bolso y aprovecha cualquier momento para interaccionar con ellos. Basta fijarse en los autobuses o en el Metro, en las salas de espera, en los bancos de la calle, en las playas para concluir que la gente los usa con frecuencia y que lee en ellos constantemente y, según parece, razonablemente bien. ¿Y escribir bien, también se puede? Muchos se quejan de que no, pero nuestros hijos escriben que se las pelan, febrilmente. ¿Entonces?

El panorama cambia cada día, pero hoy por hoy la cosa en la escritura digital móvil  está más o menos como sigue:

Se pueden dibujar letras mediante algunas aplicaciones, de forma análoga a como se hace en papel, pero la conversión en texto es lenta y algo desesperante para el que quiere redactar algo extenso. Va mejor si se usa un estilo (así lo llama DRAE, como actualización del stilus, punzón con el cual escribían los antiguos en tablas enceradas), pero peor si se usan los dedos directamente en la pantalla. No obstante, el aficionado a las notas autógrafas tiene aquí su opción propicia.

La gran promesa de la tecnología digital es la escritura dictada, pero deberá ser una que funcione bien convirtiendo la voz en texto electrónico, ya que todavía tiene notables obstáculos que salvar: reconocer los signos de puntuación, la personalización, el pudor a dictar en voz alta, cómo realizar la corrección de las erratas, la necesidad de estar conectado para que la aplicación pueda utilizar bases de datos no locales... Funciona mucho mejor de lo que la gente cree, pero peor que otros sistemas que son los más utilizados, y eso quiere decir la escritura tecleada, de la que nos ocuparemos con detalle.

En realidad hay muchas formas de teclear, que dependen de como encajen entre sí diversas variables relacionadas con el usuario y el terminal: pulsar con una mano o con dos, con los pulgares o con el dedo índice u otro, en teclados con teclas físicas o con teclas virtuales, de tamaño pequeño o mediano, o completo, partido o compacto, de escribir conectados o sin conexión...

Pero sobre todo, cuenta mucho la experiencia previa escribiendo en teclados digitales, que es la que favorece la pericia. Igual que leer ayuda a leer mejor, a escribir se aprende escribiendo: con la práctica, aprende nuestra memoria humana y aprende también la memoria del terminal, que tiene en cuenta lo que hacemos nosotros o los demás, tanto para corregir lo que vamos tecleando como para prever lo que vamos a escribir. Cuando escribimos, nuestro cerebro va comparando con todo lo que hemos leído y escrito con anterioridad, y la aplicación del teclado hace otro tanto con las bases de datos a las que tenga acceso, sea nuestro diccionario personal o sean otros diccionarios y repertorios con términos o frases correctamente construidas...

Qué importante es que las aplicaciones dispongan de las mejores colecciones de textos escritos, de los mejores diccionarios, como el de la RAE, de forma que escritores consagrados se sienten a nuestro lado y nos orienten en la construcción de frases, en los tiempos verbales, en las concordancias, en las tildes... Que nos avisen de los errores ortográficos o sintácticos, que nos propongan adjetivos o verbos. Al ir escribiendo con corrección y cada vez mejor, nuestra pericia y nuestro arrojo se multiplicarían. Los responsables de las aplicaciones de escritura están trabajando en ello, hay que permanecer atentos a las actualizaciones que van apareciendo, fijarse en qué novedades traen, cada vez lo harán mejor.

Hagamos pruebas una y otra vez, considerémoslos como experimentos de degustación de nuevos sabores o prestaciones. Hay que acostumbrarse a este cambio y actualización continuos de las aplicaciones: las cosas cambian, ya no se quedan tal y como las adquirimos o instalamos. A algunos esto les parece una pesadez y lo justifican con buenos argumentos. Pero pensemos que aunque seguimos siendo los mismos en esencia, nosotros también cambiamos todo el rato, ¿no? Cada siete años se renueva el cien por cien de nuestras células: somos una duna, una onda que el viento del tiempo mueve sin descanso; seguimos siendo quienes éramos, pero también somos diferentes.

Todo esto esta muy bien, pero volviendo al hoy por hoy, ¿cuál es el estado de la cuestión?, ¿qué forma de escritura me conviene utilizar?

Esta entrada ha sido la segunda de la serie dedicada a la  lectura digital móvil y continúa en la titulada La mejor forma de escritura digital.

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